sábado, 21 de octubre de 2017

CABO DE GATA

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CABO  DE  GATA






        Así pues, llegué a la nada con una Tesis de Doctorado bajo el brazo. Una cosa era reencontrarme en vacaciones con el pueblo y la ciudad cercana, pasar períodos de descanso, playa, lectura y pequeños descubrimientos, y otra ¡ahí te quedas a vivir y a convivir!. Me gustaría ser un Michel Ende que inventa tierras de por aquí y por allá, para poder describir lo que yo percibía.



        A  la vista, que era lo único que podía usar porque la movilidad aún no era buena, tenía una estepa estropeada por la construcción, el pastoreo y los turistas,  sobre la que estaba un cementerio grande, cuadrado y plano, un azulísimo mar que perdía mucho visto desde un ventanal del colegio, un torreón indefinido y la silueta de una larga  serranía que cerraba el paisaje hacia el cabo; seguramente cambiaba de color con la luz, pero yo no estaba para fiestas.



                                 El colegio Virgen del Mar. Finales de los 70

        Por el oeste, la vista se perdía en la bahía casi siempre desdibujada por una fina neblina y las cordilleras que dejó allí nada menos que el plegamiento terciario, pero que yo aún no sabía. Como casi nada. 

Me había jurado no volver a apostarlo todo a una carta, decidido que había
que diversificarse por si te falla aquello por lo que apuestas; y, entrado de nuevo en elmundillo universitario, ¡ay!,que qué bonito lo veía: ¡a por él!. Algo me decía que no debía abandonar la escuela cuando la Universidad no me devolvió mi articulillo sobre educación, y jugué a dos bandas por un tiempo, pero  ocurrió que mis posibilidades eran limitadas.


                                 Iglesia de Las Salinas

        Tenía que remontarme a la época en que el Señor de Chamartín de la Rosa tenía un sitial en el Altar Mayor, para asimilar la presencia allí de la autoridad educativa en alguna ceremonia a la que asistí, ya que por entonces no tenía costumbre de ir a la Iglesia. Hay que explicar que en estos años 90, con la democracia instalada, todo el mundo se sentía con derecho a interferir con los maestros (tuteo, intervención de Consejos escolares que se consideraban una prolongación del Parlamento, niños /as crecidos, políticos desinformados…) y la comunidad en la que aterricé había agradecido la intervención de alguien que pusiera orden, aunque fuera con gestos de otras épocas.




        Había pateado y estudiado con mis alumnos/as todos los madrides: Medieval, de los Austrias, de los Borbones,  de los Museos, de los conciertos, de las exposiciones, de la Casa de Campo, de… Aquí no había nada.



        Y la alusión persistente a Lawrence de Arabia. ¿Pero cómo podían haber salido de allí las arenas de aquel desierto que me había hecho levitar? Y a Patton, Sofía Loren y Angela Molina.


        Se divisaba por la noche, en los frecuentes cortes de luz, un cielo estrellado que me transportaba a la época de los hombres de la Prehistoria que, gracias al catedrático Martín Almagro y al Museo Arqueológico Nacional, sí tenía bien presente que se habían desenvuelto con precocidad en esta tierra, aunque por entonces la que yo pisaba era poco más que un pantanal.



        Al pie de la serranía, Las Salinas con los pintorescos flamencos y su blanca iglesia de 1907, a medio camino entre el arte y la fantasmagoría, daban una nota de color.

                                      Flamencos




        Al cabo de unos años va a ser la kilométrica playa el tema que se me asigna en el trabajo “Conocemos nuestro entorno” que , bajo los auspicios del Centro del Profesorado, realizariamos en equipo. Fue un encargo que asumí con enorme entusiasmo hasta el punto de suspender la asistencia a las clases de Alemán en la EOI lo que fue desbaratando el empuje a la tesis para la que había tenido que cursar dos intensos años de doctorado.




       Contrasté material con una inquieta vecina maestra del MCRP jubilada, Beatriz  Mesas, que  había hecho acopio de una enorme  cantidad de documentación sobre pesca, tráfico marítimo, identificación de flora y fauna, etc.: me hizo ver la luz sobre la tarea realizada por mis antecesores.


       Mi aportación sobre la playa en el recopilación final quedó reducida a cinco escuetas líneas. Ahora pienso que fue la contrapartida por el empecinamiento que tuve en hacer el trabajo de Actualización Científica a mi aire, ya que, en principio, debía ser un trabajo en equipo sobre la Ciudad. Había quedado escaldada de trabajar “en equipo” en la etapa universitaria y estaba “preñada” de Chamartín de la Rosa.


        Nada más y nada menos que la más bonita  y modélica historia geológica escondía la nada:



        La ubicación del territorio almeriense, entre la terminación oriental de la cadena Bética y el mar Mediterráneo, condiciona que en el paisaje geológico de esta tierra se diferencien a grandes rasgos dos grandes unidades, las sierras y las depresiones o tierras bajas.
        Sierra de Gádor, Sierra Nevada y Filabres pertenecen a la Cordillera Bética cuyo levantamiento se inició hace aproximadamente 25 millones de años, en el llamado plegamiento alpino del Mioceno de la Era Terciaria, que continúa en la actualidad.




        Hace unos 15 millones de años, en el Mioceno Superior, el mar llegaba hasta el Macizo de Sierra Nevada y la Sierra de Filabres que por entonces empezaron a emerger. Su origen está en ingentes cantidades de sedimentos depositados en el fondo del mar desde hace 500 millones de lo mismo. Por el choque de las placas africana y europea penetraron a grandes profundidades de la corteza terrestre. Allí las altas presiones y temperaturas las transfomaron, metamorfizaron y deformaron.
         En los últimos 20 millones de años empezaron a emerger muy lentamente surgiendo primero de las profundidades de la corteza y más tarde del propio fondo del mar, dando lugar a las montañas y sierras que hoy vemos y prolongando hacia el sur la línea de la costa.


        A finales del Mioceno, hace 7 millones, el mar llegaba hasta la Sierra de Gádor, bordeaba Sierra Alhamilla y  penetraba  por todo el Campo de Níjar, donde solo emergía parte de la Serrata de Níjar y la Sierra de Cabo de Gata que se habían erigido en una actividad volcánica paralela, única en la península, que se extiende hasta el Norte de Africa. Así pues, se forma un cálido archipiélago volcánico origen de una sierra singular, diferente de todas las anteriores  y cuya acantilada  prolongación en el mar recibe el nombre del cabo de Gata. 




        El origen de este fenómeno se relaciona con extrusiones de magma a favor del adelgazamiento del terreno de la corteza terrestre (falla de Carboneras) en la relación de contacto de las grandes placas continentales europea y africana en el contexto de la formación de la cordillera Bético-Rifeña. Abundantes gases ricos en minerales quedaron aprisionados entre las rocas en una fase hidrotermal. Esta profusión de mineralización es la base de los principales yacimientos de la zona (plomo, cinc, plata, manganeso y oro), sometidos a intensa explotación minera desde tiempos inmemoriales.

                                        Mina de oro de Rodalquilar     

        Todos estos fuertes relieves eran atravesados por ramblas y barrancos que arrancaban materiales y los depositaban en la cuenca marina que entonces era la actual Bahía de Almería que va del Cabo de Gata a Roquetas, en un proceso de erosión, sedimentación y elevación que se repite ininterrumpidamente  en la Historia de la Tierra
        La Bahía de Almería, donde se enclava hoy la playa de Cabo de Gata es el resultado de la lenta retirada del mar por un levantamiento generalizado a fines del Terciario y por los períodos glaciares de la Era Cuaternaria. El mismo origen tienen las depresiones de Tabernas, Sorbas y Vera e incluso las del Valle del Guadalquivir y del Ebro, que también estuvieron ocupadas por el mar.




        La evolución de la línea de costa, que hace 120.000 años se situaba en una posición cercana a la actual, como consecuencia de las progresivas subidas y bajadas del nivel del mar por efecto de las glaciaciones, ha dejado en la Bahía de Almería un impresionante registro geológico testigo de excepción de la evolución geográfica, climática y biológica del Mediterráneo Occidental en la dinámica Era Cuaternaria: formaciones dunares litorales, abanicos aluviales, glacis, terrazas fluviales y aluviales, playas fósiles, albuferas, etc. reconocidos en la playa de Cabo de Gata que comprende más de 7 kms. de costa, formada en realidad por varias playas: Amoladeras, El Charco, Cabo de Gata, etc.


                                          Playa fósil

        Hace unos 3.000 años la línea de costa era ya prácticamente la actual.




        El espacio de playa tiene diversas zonas, con animales y plantas adaptadas a las mismas, tiene barcas de pesca, tiene torres vigía, tiene chiringuitos, restos arqueológicos, tiene una ermita y un camping.


                                            Ermita de Torregarcía


                                 Chiribus



        Tiene desembocaduras de ramblas, como la de Morales, la más cercana a la zona habitada y donde al fin pude asimilar este concepto fluvial tan distinto de lo que yo entendía  por rio, pero tan presente en la geografía mediterránea; lo conocía en teoría y empezó a tener cuerpo cuando mis compañeros/as entraban en trance a la caída de un chaparrón porque había un peligro hasta entonces por mí desconocido. Cuando paseando por la playa llegaba a un estancamiento de agua, separado del mar propiamente dicho por una franja de arena. Cuando un día, tras fuertes lluvias, esa flecha desaparecía y el charco se abría al mar expulsando lo que no está escrito.





         Cuando caminado por la parte de playa, consolidada por una rala vegetación de carrizal, cambrón, albardín, azufaifos, siemprevivas y cornicales y algún ágave de importación, encuentro una barrera de plantas más densa, abigarrada de tarays, perejil de mar, cambrón y más carrizal. Cuando por fin a raíz de este trabajo emprendo un camino paralelo al barranco en el que escudriño a veces un filo de agua o varios, o simplemente una tierra hundida compacta y salitrosa de olor a seco húmedo, nada de lo cual formaba parte de  mi experiencia de la naturaleza norteña o mesetaria.

        La vegetación de esta esquina semiárida del Mediterráneo,a falta de árboles, exhibe una diversidad botánica de las más ricas de Europa, con adaptaciones estratégicas para captar la humedad y endemismos que son la delicia de los especialistas.

        En el trabajo final “Conocemos nuestro entorno” ,para el que realicé esta investigación se dice:  
        Las arenas que conforman la Playa de Cabo de Gata proceden en buena parte de los aportes del delta del río Andarax y las cercanas ramblas de Morales y Amoladeras. Las corrientes marinas las reparten por la Bahía de Almería y el viento de poniente las traslada al interior creando formaciones dunares. Tres o cuatro actividades.




        Lo que yo me pregunté fue: ¿Es esto lo único que pueden entender alumnos/as de 10 o 12 años?  o, como dice Juan Luis Arsuaga, a estas edades pueden comprender cualquier contenido que se les explique con claridad.

        Me harté, cuando tuve ocasión, de explicar a niño/as de 8 años que de la montaña de Sierra Alhamilla, la que veían de frente cuando sus padres los llevaban en coche a la ciudad, la lluvia y el viento arrancaba materiales que las ramblas llevaban a la playa y las mareas desmenuzaban hasta convertirlos en fina arena junto con restos de conchas y espículos de erizos. De igual modo, se formaron las fértiles tierras sobre las que prosperaron huertos, y hoy invernaderos.


                                 Sierra Alhamilla al fondo.

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