EPÍLOGO (DE UNA VIDA INESPERADA)
Mi padre era un hombre que decidía. Aparte la mía, decidió la vida de su hermano pequeño cuando unos agustinos pasaron por el pueblo recogiendo personal. Era un chico inteligente y la Iglesia el único cauce para que los pobres pudieran estudiar. Cuando estaba en casa unos días y siendo yo una niña mi madre me sentaba a comer con ellos en el comedor que se usaba para eventos. Así escuchaba conversaciones que al principio seguramente no entendía y que fueron discurriendo por ansias de apertura en el régimen y en la institución eclesiástica, y de la ruta del río y sus truchas que el invitado hacía cada año en compañía del bueno de fray Ovidio; envuelto en el halo de lo que ocurría más allá de la cordillera, donde se hablaba bien y era posible entrever el futuro.
También en verano se dejaba caer la visita de algún familiar de la emigración a Europa y recuerdo a mi padre escuchar con delectación e interesarse por el sistema alemán de IRPF. La admiración y el deseo de ser europeos postergado...
La religión de mi familia era el trabajo y hasta bien avanzada mi vida adulta creí que era la de todos. Arrancábamos tiempo para la lectura, medio a hurtadillas. Papá que era maestro, en la noche cuando ya todos íbamos a descansar leía los Episodios Nacionales. Mi madre ponía un aspa visible en la portada de todo periódico o revista que de ninguna forma podían desecharse mientras carecieran de tal señal de haberlas hojeado al menos, si no hubo tiempo para más; fue favorito mucho tiempo un periódico semanal que llamaban España de Tánger del que recuerdo el Consultorio de José de Juanes y las fotos de caras de chicas que aspiraban a ser guapas oficiales; luego vinieron los libros sobre Naturismo que ponía en práctica. Yo pronto terminé la sección infantil de la biblioteca pública, salvo la colección de "los 5" y que me perdone Antonio Orejudo...y mira que no se salvaron Salgari, Julio Verne, Mark Twain y demás clásicos y cómics: quiero pensar que los trajines de unos chicos ingleses más o menos contemporáneos me era más ajena que la de los romanos o la saga artúrica.
Los tradicionales cuentos de hadas leídos y releídos en múltiples versiones dejaban un impacto de héroes y heroínas que, tras variadas epopeyas, conseguían la recompensa final: todo un aprendizaje.
Al final del verano mis padres reservaban un par de semanas para escaparse, normalmente a zonas de Castilla-León, habitual del veraneo para muchos. Era mucho más de lo que cualquier familia campesina de mi entorno podía permitirse, siempre acuciados por el cuidado del ganado y las faenas agrícolas. Trabajo que sufrió una cierta devaluación para ser rehabilitado en los museos etnográficos. Y por Juan Bello el paisaje natural en general.
Fueron días de infancia interminables, moderadamente felices compartiendo juegos con mi hermana y amiguitos. Nunca recomendaré para los niños nada mejor que la atmósfera familiar después de múltiples experiencias en residencias de religiosas en la capital para poder asistir al Instituto de Enseñanza Media, Escuela de Magisterio, etc. Aprovechaban para imbuírnos su ideología de misas diarias, confesiones, ejercicios espirituales, escrúpulos de conciencia, Bendita sea tu pureza... en el enclaustramiento trimestral, sólo aliviado por las buenas amistades que fraguábamos y lo mucho que cantábamos en el patio contiguo al cuartel de Milán, cuya corneta a las horas reglamentarias hacía el contrapunto. No se critica la excelencia del Evangelio.
Me lo creía todo y hasta quise ser monja. Algunas de aquella prácticas y enseñanzas iban en línea con lo que mis padres deseaban que fuera la mía de chica buena y modosa. Pero teniendo en cuenta las derivas que puede tener la vida, no te preparaba para situaciones sujetas a menos certezas.
Una fue apuntando maneras cuando conseguía que mi madre me permitiera arramplar con la única radio que había en casa, en la cocina, y llevarla con antena y todo a la habitación donde me encerraba con el libro de turno y, escuchando la música de moda, me sentía cerca de la felicidad; eran los tiempos de "Un tango italiano" y de que si el dial daba con música de "gorgoritos" te alejabas inmediatamente.
En esa misma habitación, pasado el tiempo, estudiaba después de venir de la escuela, ya como maestra, decidida con determinación a cursar lo que estaba al alcance con mi título de Magisterio: el primer curso de Filosofía y Letras.
Recientemente conocí a un maestro de mi misma época, Paco Olvera, que puso todo su énfasis en realizar una enseñanza alternativa basada en la observación de la Naturaleza, involucrarse en el pueblo al que fue destinado y contarlo hoy. Reconozco que por entonces esto era para mí una opción perfectamente desconocida, como para casi todos los que eligieron mi misma deriva de estudio y trabajo. Lo que se imponía a finales de los años 60 era encauzar a alumnos y alumnas para la prueba que les abriría la posiblidad de acceder a la Enseñanza Secundaria hacia los 12, con una beca. Con Naturaleza o sin ella (los dibujos de la enciclopedia Alvarez la sustituían) el hambre de aprender de los niños/as de 7/9 años de aquella primera escuela rural era enternecedor.
Aquella habitación fue conmigo a todas partes...
Aparte húmedos y desagradables despertares, con la regla incluso, una huída de la realidad comenzó con la desaparición de mis amigos Mª Luisa y Manolito Valenzuela, vecinos e inseparables compañeros de juegos, hasta que fatídicamente la familia decidió trasladarse a la capital para facilitar los estudios. Habían venido de lejos. El padre, sargento granadino retirado tenía alguna clase de función pública y había terminado en la región de su mujer después de distintos destinos (Manolito alardeaba de haber nacido en Valencia)
Así de desprotegida de amistades próximas entré en la adolescencia hasta el punto de que madre tuvo que buscarme alguna compañía amiga para pasear los domingos, ir a las romerías o compartir el vermú a la salida de misa.
Mi madre que tuvo una hija inesperada.
Nada que ver con ella que fue a la escuela hasta los 14 en que comenzó la guerra. Su último cuaderno escolar no tiene desperdicio. Empieza con varios artículos de la constitución de 1931 y tras varias actividades, termina esa etapa con una semblanza de Gustavo Adolfo Bécquer cuyo centenario se celebraba en el 36. Aprovecha las páginas finales para recetas de cocina bastante literarias (Patatas rellenas: Se pelan bien las patatas y se les hace un hoyo con un pequeño aparato apropiado al caso...) y patrones de camisas y calzoncillos de diversas tallas de hombre; subrayados con fechas de julio del 39, Año de la Victoria. Mujeres cocinando y bien, durante siglos, para que ahora hagamos figuras de los cocineros. Quería mucho a su maestra y el cariño era recíproco. Pasado el tiempo se encontraban a veces por la ciudad. Algo asistió a las lecciones de una joven Da. Mª Luisa Gonzalez que fue luego mi maestra de Tercer Grado, y que era de otro carácter. La letra caligráfica es la de toda esa época.
Nos confesó que si siquiera hubiera podido soñarlo habría sido médico. Fue Corte y Confección en lo que se adiestró durante años mientras apareció el hombre de su vida, llegaron los hijos y cumplió su misión de esposa, madre y cuidadora de los abuelos, la hermana discapacitada y los nietos que fueron llegando, aunque fuera en la distancia, estos últimos. No es que deseara esa vida esclava para sus hijas, pero era su universo. Hasta que se fue vislumbrando otro futuro para las mujeres que, lentamente se había ido abriendo paso desde los años 20.
Hasta este siglo XXI tengo en la memoria cada año casi de forma individualizada. Para distinguir cada uno de estos nebulosos últimos 20 años he tenido que ayudarme de unas revistas que encontré oportunamente en un contenedor, Oro, que dirigía Eduardo Merigó. No es lo menos interesante un reportaje de 2001 sobre la 5ª Avenida, sus museos y templos del consumo como las carísimas boutiques de la Trump Tower... La 5ª Avenida de Nueva York es un reflejo de la vanidad de Occidente, de su frivolidad y de sus miserias pero también de la fantasía, el tesón y de los grandes logros del hombre... apunta su autora Elena del Amo, con profusión de fotografías de Luis Davilla.
2001 fue también el año que padre sufrió el ictus que afectó algo a sus facultades mentales, no físicas y que le traería la muerte en 2003 a los 90. En noviembre de 2002 le hice una segunda visita (ya vivía en Almería) que se prolongó meses, hasta cerca del 31 de mayo en que dejó este mundo, el mismo día que madre 19 años antes. Otra relación que pudo ser importante para mí se truncó como aquella de las mismas circunstancias de mi progenitora. En el fondo, es que, fuera del que fue mi entorno y hábitat mental natural, no me creí este tipo de cosas, y que "la vida se te da, pero no se te regala" que dice Serrat.
Vinieron las protestas antibelicistas más multitudinarias de la Historia, la guerra de Irak de 2003 y 2004 y los sucesivos atentados terroristas de Madrid y Londres, como los más cercanos, pero no paraban en todas partes. Juliá Raurell en "Cañones o mantequilla" de junio de 2003 constata el crecimiento económico español (poco duraría) el comienzo del cuestionamiento del Welfare State en Europa y la iniciativa de defensa común lanzada por Alemania, Francia, Bélgica y Luxemburgo.
Zapatero, la Ley de Dependencia para redondear el estado de bienestar, la Memoria Histórica, de la que ya había empezado a tener palpable noticia en la biblioteca pública Marta Portal de Vana: por un libro que casualmente cayó en mis manos con relación de fusilados de diversos oficios en algunos cementerios. Cementerios en los que empecé a fijarme después de la imagen tétrica del agua cayendo dentro de la sepultura la tarde lluviosa que enterramos a Pacita. El de estos lares mediterráneos con seguro de sol, ganó muchos puntos en mi estima.
Creo ahora que lo más interesante que descubrí en Educación va a ser en estos años en que ya ni yo ni nadie alberga dudas sobre mi fracaso profesional, "degradada" a Infantil y Primaria, con un expediente disciplinario a mis espaldas y apartada de la promoción a Secundaria de los colegas con la misma formación. Tampoco es que descubriera nada, sólo constaté el valor didáctico de las que fueron mis maestras. Dos de ellas pasaron sin cargos el proceso de depuración después de la guerra y otra tuvo algún tipo de castigo que la desplazó a Vana algún tiempo: Da.Elvira tenía ese aspecto de algunas mujeres intelectuales de la República, desprovistas de cualquier coquetería.
La debacle financiera llegó a mi alrededor y arrimé el hombro. Se consuma el desastre con el fallecimiento en dos años consecutivos, 2011 y 2012 de mis dos hermanos y el conocimiento que tuve del área de Salud Mental del Hospital Torrecárdenas, después de consumir unas cuantas pastillas por los días que moría Hugo Chávez, nombraban a Francisco y un año más celebrábamos el Día de la Mujer Trabajadora.
A lo largo de mi vida pasé algunas depresiones y crisis de ansiedad. Algo o mucho tuvo que ver las barbaridades de Nescafé que tomé para sacar adelante exámenes brutales como aquel de junio del 70 en que entraba toda la Historia de la Reconquista en la Universidad de provincias. Cuando terminó todo no quería hacer ni el del carnet de conducir. Para que te cuestionen luego la posición, el sueldo, la cultura, las vacaciones...
Y aquí seguimos, sin descanso pero con algo de tiempo para intentar eso que llaman "aprender a vivir". Hay quien cree que que no existen recetas y cada experiencia es individual.
CULTURA DE PAZ, CONVIVENCIA Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Título del curso que impartió el Centro de Profesores de El Ejido dirigido al tema de la Mediación y un amplio espectro de cuestiones relacionadas, sobre la base de que el fracaso en la Convivencia tendría su origen en una falta de desarrollo de la inteligencia interpersonal (Gardner) Aquí, este interesante aspecto de la formación docente, efectuó una inmersión en los items para desarrollar dicha inteligencia, incluyendo los varios tipos de pensamiento (causal, alternativo, en perspectiva, consecuencial, medios/fin) definidos en la moderna Filosofía para niños y el "aprender a pensar".
No podía dejar de prestar una atención en profundidad a la diversidad de las emociones tan relacionadas a su vez con las habilidades sociales.
Para introducirnos luego en la cuestión de los valores y su evolución que investigó Kohlberg y el uso de ejemplos de vida y dilemas morales con la utilización de películas, comics y narraciones pertinentes. Pues como indicaron los ponentes, de muchos de los cuales incluímos sus disertaciones, para que un individuo merezca el importante título de "persona", necesita esos tres requisitos: saber pensar, conocer y controlar las emociones, tener asimilados los valores morales básicos.
Todo el curso que duró un año,empezando en 2009 (condicionado con algún deterioro de la convivencia en centros de Secundaria) estuvo surcado con los nombres de numerosos estudiosos y dotado de una abundante bibliografía que aportaremos, así como de cantidad de actividades concretas para niños y adolescentes que comprendían juegos, performances, rollplays, etc.
El curso de formador de formadores pretendía además englobar otros conceptos que ya se venían trabajando de alguna manera en los centros educativos, como la coeducación, la interculturalidad, la función tutorial, atención a la diversidad y participación de la comunidad entre otros.





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