Algún lugar de Andalucía con los simpatiquísimos camareros del hotel .Viaje de Estudios
I
En los designios de mi padre, estaba que yo había de ser maestra. Consideraba que él había conseguido el título con escasa preparación y era su deseo que su hija tuviera la mejor posible. Mal pagada y considerada le parecía una profesión adecuada para una mujer.
Parlamentaba este tema, como tantos otros, con sus contertulios semanales en el local comercial que regentaba mi madre. Don Manuel, de Carbayín y Don José Mancebo, de
León habían estudiado con el Plan Profesional de la República por el que mi
progenitor sentía una gran admiración.
El solo se pudo permitir unos años de estudio en el seminario. Convinieron en que la Escuela de Magisterio
más cercana era bastante buena si bien la
de León probablemente la superaba.
Lo que no
sospechaban era que una de las piezas esenciales de mi formación era la
enseñanza que había recibido de las maestras de la Escuela Graduada a la que
asistí, en la que alguno de ellos daba clase a los niños.
La de Primer
Grado, Da. Elvira, vino depurada desde Zaragoza y, aunque estupenda profesional, sus compañeras le
hacían el vacío. Disponía de una batería de estampas religiosas que recibíamos
como premio después de una buena sesión de Lectura en voz alta.
Da. Rosario,
en Segundo Grado, era la esposa del médico. A pesar de sus frecuentes ataques
de jaqueca, con ella nos enfrentamos a toda clase de cuentas. Lo suyo eran las
rifas; una vez me sopló el número que iba a tocar y lo entendí como una
atención a mi padre. Fue el único privilegio en mi etapa escolar.
Tercer Grado
ya eran palabras mayores y allí estaba Da. Mª Luisa, de Oviedo, que nos preparó
de Ingreso y de Primero de Bachillerato. Me detendré en ella más adelante. Ya
era maestra antes de la guerra y los fines de semana era compañera de viaje de
Dolores Medio cuando esta ejercía por la zona.
Cómo olvidar
a la entrañable Da. Lolina, maestra de párvulos de varias generaciones. Me veo
escondida debajo de una mesa al empezar y en la proximidad de compañeros/as cuya
amistad ha durado para siempre, entre ellos su hijo Pepe Luis. El paso a la
segunda cartilla del Rayas cuyas tapas de color amarillento la distinguían de la primera era una señal de prestigio indeleble. Poder leer plátano o colador no estaba al alcance de cualquiera.
Estas dos maestras pasaron también por la depuración de después de la guerra que superaron sin cargos.
Estas dos maestras pasaron también por la depuración de después de la guerra que superaron sin cargos.
Aprendíamos
además respeto y buenos modales, y en medio de la rigidez imperante fue Da. Mª
Luisa quien nos abrió los ojos cuando se descolgó un buen día anunciando que
los niños no venían de París. Nadie preguntó de dónde venían porque en aquella
escuela solo se contestaba. Yo había empezado a fijarme en la naturaleza y cuando se lo conté a mi madre casi me gano una bofetada.
Parece que los maestros abusaban un poco del castigo físico o de su amenaza. D. Manuel era en esto una excepción, por su naturaleza bondadosa su clase era un maremágnum y mi padre solía decir que tenía una paciencia bíblica. Años después, en su solitaria enfermedad y muerte (nunca se casó, como tampoco D. José) fue acompañado por uno de sus antiguos alumnos que le adoraban.
Parece que los maestros abusaban un poco del castigo físico o de su amenaza. D. Manuel era en esto una excepción, por su naturaleza bondadosa su clase era un maremágnum y mi padre solía decir que tenía una paciencia bíblica. Años después, en su solitaria enfermedad y muerte (nunca se casó, como tampoco D. José) fue acompañado por uno de sus antiguos alumnos que le adoraban.
En cualquier caso, aquella escuela, iniciada
su construcción durante la República y terminada en la dictadura, está en el corazón de una
villa y lugares cercanos que nunca quisieron que fuera demolida con los años.
En una de sus dependencias estaba la Biblioteca Pública.
Más tarde
supe que Mancebo (no sería el único)
corregía el bable de sus alumnos. Dos de ellos que accedieron a estudiar en un colegio de jesuítas fueron, al parecer, algo despreciados por su forma de hablar. Llegaron a ser sacerdote y médico
respectivamente. Como contrapunto, la compañera maestra de D. José emplaba bastante tiempo en rezos con las alumnas.
En lo que
coincidían ellos y ellas era en luchar porque ningún cerebrito fuera
desaprovechado siempre que el interesado y su familia estuvieran de acuerdo. La
cuestión económica también influía aunque la Universidad Laboral de Gijón podía
facilitar las cosas. Algunos chicos de familias muy pudientes ya derivaban
pronto a los internados de los colegios de pago. La mayoría, por qué no
decirlo, se quedaban con los estudios primarios que se prolongaban hasta los 13
o 14 años. Y es que, aparte de todo, les gustaba más el trabajo del campo o
empezar a ganar un sueldecito que estudiar.
Un caso especial es el de uno de mis primos cuya vida terminó mal, en
parte, creo, porque con el tiempo llegó a pensar que había optado por el camino
equivocado.
Recuerdo el día en que dije en la
mesa a la hora de la comida que ya sabía contar hasta 100 y empecé 1, 2, 3… No
sé cómo ocurrió, pero desde luego no fue a través del concepto de unidades y
decenas. En mi escuela eso no entraba. Tampoco me enseñaron
a restar llevando quitándole 1 decena a un número y dándoselo al
anterior. Este sistema se instaló en una época algo posterior en que se
empeñaron en querer explicarlo todo. Y si ya es complicado que para quitarle 8
al 4 hay que convertirle en 14, qué no será si incluyes el concepto de decena. Afortunadamente se ha impuesto la cordura. A alguien se le ocurrió hacia los 70 introducir en la escuela la Teoría lógica de
los Conjuntos traída de Francia cuando allí habían dejado de usarla…. El caso
es casi acabar con el tradicional librillo de cada maestrillo.
¡Y el mareo que se les provoca a las
criaturas con el Minuendo igual al Sustraendo más el Resto, el Sustraendo igual
al Minuendo menos el Resto, y el Resto igual al Minuendo menos el Sustraendo¡claro!¡Cómo si fuera poco saber hacer una cuenta de restar llevando! En resumen, que
lo guay para nosotros era comprobar que
después de hacer la resta sumabas el sustraendo y la diferencia y debía darte en minuendo si la cuenta estaba bien hecha…lo que toda la vida fue la Prueba
de la Resta, no la del Algodón.
Estoy segura de que eran estrategias calculadas para simplificar la docencia en un entorno rural, que no impidieron, si no todo lo contrario, darnos una sólida formación. Vendrían de años de práctica y reflexión didácticas que no entienden de banderías.
Estoy segura de que eran estrategias calculadas para simplificar la docencia en un entorno rural, que no impidieron, si no todo lo contrario, darnos una sólida formación. Vendrían de años de práctica y reflexión didácticas que no entienden de banderías.


Necesitas ayuda para organizar el blog???
ResponderEliminarSaludos
Si me puedes ayudar...
ResponderEliminarSi me puedes ayudar...
ResponderEliminarNecesito borrar dos párrafos repetidos, si se puede; poner los capítulos en orden, primero el I y luego el II. Incluir algunas imágenes. Gracias y saludos
ResponderEliminarNecesito borrar dos párrafos repetidos, si se puede; poner los capítulos en orden, primero el I y luego el II. Incluir algunas imágenes. Gracias y saludos
ResponderEliminarEscríbe a mi correo y así podremos entendernos.
ResponderEliminarLoladealmeria arroba gmail.com